lunes, 12 de mayo de 2008

Crónica del BAFICI

Al mediodía generalmente nos concentramos en un hecho concreto: alimentarnos. Pasan por nuestra mente millares de imágenes que intentan satisfacer dicho reclamo, o por lo menos, mostrarnos cuan felices seríamos si en vez de pensarlo estaríamos saciando nuestro tan preciado deseo. Cuando el sol nos visita agregamos, además, la idea del aire libre a nuestras alucinaciones.
Si se estaban imaginando que este relato se referiría a la desesperación que le agarra a una joven a las 13:00 horas mientras camina por la alborotada ciudad de Buenos Aires, por no haber ingerido bocado desde las seis de la mañana, debo informarles que se han equivocado. Porque la alimentación no se trata solo de introducir nutrientes a nuestro organismo, sino que puede tratarse también de nutrirnos con vivencias que no habíamos experimentado previamente.
Es de esto último sobre lo que me avocaré. El martes 15 de abril me dirigí hacia el festival de cine independiente. Busqué un horario poco convencional para asistir, las 13 horas, porque según los medios era “imposible” elegir una película y conseguir entradas para la misma. Fue por eso que también me encomendé que la película me elegiría a mi.
Al llegar a la sede del Abasto solo dos personas, jóvenes entre 20 y 25 años, estaban delante de mí. Pregunté que verían y me contestaron un nombre eterno en inglés. Luego de comprarme la entrada para dicho film, leí en el papel que era “ The old, weird America: Harry Smith’s Anthology American Folk music”. La verdad es que no creo en el destino, sería muy fácil y cómodo depender de él, prefiero la idea de tomar las riendas de mi vida en cada pequeña decisión, pero aquella vez fue una excepción a la regla y la verdad tan mal no me fue. En ese momento me hice dos notas mentales: 1) Gisela deja la ingenuidad a un lado al mirar la televisión, la entrada semivacía del Abasto comprueba que esa caja deforma a su antojo los sucesos.
2) La prueba que le hice al destino parecía haber salido a favor de él. Solo por el nombre de la película parecía ser un documental sobre la música Folk y bien sé que amo ver cosas acerca de la historia de los diferentes géneros musicales. ¿ Debo darle más oportunidad a lo in calculado? O ¿Debo dejar fluir más excepciones a mis exigencias internas?
No quiero detenerme en distracciones, o por lo menos ahora no.
Los pasos siguientes fueron dirigirme a la sala 6,que se encuentra arriba de aquella “sala de recepción”. No había mucha gente esperando la película, éramos apenas 22 jóvenes y un señor mayor. Encapsuló mi atención el hecho de no ver grupos de amigos en la fila, ni siquiera una pareja. Eso podía demostrarnos 2 cosas: o quienes me rodeaban se encontraban en mi misma situación o lo que nos proseguía ver era demasiado interesante como para llevar a alguien, ya que este acompañante podría no tener el mismo interés que nosotros y de cierta forma...estorbar.
Entramos, y como estaba estipulado a las 13:15 comenzó el rodaje.
Oscuridad total, silencio absoluto, miradas expectantes. El documental del director estadounidense Rani Singh nos recibió con un tema de Harry Smith. Lo particular era la mezcla que daba el oír dicha melodía grabada en 1952, para formato de disco de pasta, en el cine. Lo áspero que caracteriza el sonido de esas antiguas grabaciones se multiplicaba. Acompañaban a esos agudos, pero rústicos acordes, imágenes campestres en blanco y negro de los Estados Unidos de principios del Siglo XX. Gradualmente, pasando por grises y colores oscuros, evoluciona tanto visual como auditivamente el panorama. Se ve el mismo paisaje pero en la actualidad, acompañado por una versión digitalizada del mismo tema. Mientras que la pantalla me anunciaba el nombre de la película me detuve en lo que significaban esos primeros minutos ¿Será que la esencia, el arte, las mentes geniales quedan inmortalizadas más allá de que las formas de inmortalización cambien?. Lo anoté y dirigí nuevamente mi mirada hacia delante.
Para ser sincera, no sabía quien era Harry Smith, ignoraba su aporte a la música. Aquel musicólogo/ antropólogo, dedicó su juventud a recompilar discos de los años ´20 y ´30. Su meta era llegar a tener 2.000 discos, sin importar de que género se tratase. Se enfrentaba a la dificultad de que para poder adquirirlos necesitaba poseer mucho dinero y francamente los billetes no visitaban los bolsillos de Harry a menudo. Por eso comenzó a colgar carteles por toda la ciudad de Nueva York pidiéndolos. Y aunque no lo crean los consiguió, hasta duplicó la meta a la que se había propuesto. Otra vez, en menos de 15 minutos transcurridos se me habría un interrogante ¿En tiempos pasados era más fácil llegar a nuestras, aunque sea mínimas , metas? ¿ O es que por incrédulos no nos lanzamos a intentar, al menos, concluirlas?.
Aquel personaje estaba tan fascinado con su logro que quiso mostrar a su entorno de lo que se perdían solo por no escuchar las voces de los demás. Fue en ese momento que se propuso grabar una antología con los temas que sobresalían. Y, sin mencionar los medios porque no es relevante, lo hizo. Consistió en cuatro discos temáticos.
En el primero de ellos englobó canciones que hablaban de la muerte, pero no tomada como un punto trágico al que inevitablemente el ser humano debe enfrentarse, sino desde lo cotidiano de la muerte.
Como no tuvo importante trascendencia en el segundo versionó sermones de música gospel a Folk, Con esto llegaría tanto a las familias que acostumbraban ir a la Iglesia, por las letras, y a aquellas que no lo hacían, por los pegadizos acordes. Esta vez sería cuando tendría su primer indicio de masividad. Fue gracias a esas numerosas ventas que pudo grabar el tercer disco, dedicado a los viajes. No el viaje como recompensación, ni como descubrimiento, sino como un viaje que busca la salida de lo cotidiano, una salida que el ser humano siempre, en algún momento de su vida, reclama a gritos.
Por último decidió transformar temas de jazz y blues a su estilo, quería demostrarles a los críticos que ellos no conocían la diferencia de la esencia que guarda uno con respecto al otro. Recién fue en este disco que aportó a la historia de la música su granito de arena. Fue el primero en introducir violines a un género contemporáneo. Vale hacer mención que luego grandes bandas de diferentes polos como Ramones, Gun´s and Roses, Metallica, Bob Dylan y hasta los mismos Beatles también lo hicieron.
Aunque crean que Harry Smith pasó a ser reconocido mundialmente por tal ingenioso aporte y como consecuencia remunerado, debo advertirles que sucedió todo lo contrario.
Aquel personaje, luego de su “época consagrada” que consiguió a mediados de los ´50 tuvo que retomar los estudios, concluyendo con su licenciatura en antropología. Fue dicho título lo que le aportó la manera de ganarse el pan, siendo profesor universitario. ¿Cómo un genio musical, que vio más allá de su época terminó dando cátedra de una materia en la que no se destacaba por sobre los demás?. Eso podría responderlo claramente un empresario que se ocupa de “vender” el arte, las creaciones. Aquella persona que expone ante las masas a un artista, expresado como un producto más, esa persona seguramente nos puede aclarar dicha duda. Para mí sentido común no puede haber una explicación lógica para expulsar a una persona con las capacidades de Harry Smith del circuito de la música.
Fue recién en 1991, y perdónenme porque les voy a contar el final, que se lo recompensó con un premio grammy. Un mes después aquel prodigioso músico fallece.
Es una pena que se quedara con aquel último homenaje, porque pienso que se hubiera sentido totalmente realizado si hubiera escuchado la re edición que se hizo de su antología en 1997. En esta participaron artistas de diversos géneros., como Beck, Carter family, Thomas Henry, Sonic Youth, Dj Spooky, Wlliamson Brother´s , entre otros.
Cabe destacar que con el homenaje que se hizo como presentación de dicho disco, se agotaron las localidades para los cinco espectáculos hechos en Estados Unidos.
Miré a mi alrededor y vi las caras de los espectadores. Todos parecían empapados por recibir tanta información. A pesar de que se trataba de un documental, de un artista no reconocido masivamente, el silencio predominó todo el tiempo. Parecía que los 22 jóvenes que nos encontrábamos en aquella sala, y también el hombre mayor, le guardaban respeto a la pantalla. Se sentía en el aire ese ambiente de alabanza ante tal genio.
Ultimo punto que he de destacar: El film termina cuando una de los mayores admiradores de Harry Smith justifica la música de su ídolo diciendo: “Todavía se escucha la música de Harry Smith por habla de los pecados y si no te llega eso, sos un...televisor”.
Las luces se prenden y los aplausos son generales. El público se veía satisfecho. Cada individuo se va por su parte, como había dicho previamente, no habían concurrido grupos de gente.
Me dirigí hacia el subte, pero todavía me resonaba aquella última frase, y ahora que la escribo me sigue resonando. ¿Será que nos convertimos en televisores? ¿Consumimos metas inalcanzables, alabamos lo extraordinario porque queremos abandonar nuestra calidad humana? ¿ Será por la perdida de este factor que solo comemos, dejando de lado lo que implica alimentarnos?. Si las respuestas son positivas debo informarles lectores que cada vez más nos estamos convirtiendo en aparatos huecos, carentes de realidad, que apuntamos a mirar con ojos objetivos sin observar en profundidad los hechos y que, para poder subsistir, dependemos del control remoto que posee una persona desconocida a la cual hay que apuntar constantemente complacer.