miércoles, 30 de julio de 2008

¿Ver para creer?

Resulta extraño escuchar que el periodista y el etnógrafo tengan puntos en común, tal vez porque el trabajo de uno es más reconocido, más popular que el del otro.
Eso lleva a hacer conjeturas rápidas de ¿Por qué esa diferencia de masividad?. Lo primero que se me viene a la cabeza es que puede ser porque la labor de uno es más interesante que la del otro, debido a ello la gente se aboca a lo que copta su atención.
De forma simultánea a ese pensamiento derivo en otra“hipótesis”. Puede ser que mientras uno habla de lo cercano, con lo que uno se puede encontrar todos los días, el otro relata sobre hechos diferentes a nuestra cotidianidad y como todo lo diferente o atrae o asusta.
Ni una ni otra me deja en claro porque tenía esa idea de diferencia entre las dos profesiones, porque en ningún momento vino mi mente un contraste entre las actividades que ambos realizan. Tal vez era solo una cuestión de lenguaje, periodista y etnógrafo no suenan parecido, ni son sinónimos, no tienen la misma cantidad de letras y ni siquiera comparten la inicial.
En búsqueda de contestar mis interrogantes fui al texto de Clifford Geertz “El antropólogo como autor” . Asombro sentí al encontrarme con esta frase : “Las peculiaridades cruciales de la escritura etnográfica están tan a la vista, que escapan a nuestra atención: el hecho de que buena parte de ella este formada por asertos incontrastables(...) y no es que todo lo que digan los etnógrafos se acepte sin más porque lo hayan dicho ellos. A grandes rasgos no ocurre así. Pero sí es cierto que las bases que determinan lo que se acepta y lo que no, tiene muchísimo que ver con las personas. Incapaces de recuperar la inmediatez del trabajo de campo para su reevaluación empírica, escuchamos determinadas voces e ignoramos otras”.
Después de esas palabras pareció que el techo se había abierto para dejar entrar la luz que ilumine mis pensamientos. En ambas profesiones el público se siente lejano al hecho empírico, muy rara vez puede comprobarlo con su experiencia inmediata. Por eso tiende a creer ciegamente en los libros etnográficos como en “ Clarín” La Nación” “ La Crítica” o el New York Times” . Esta certeza que dan ambos no quiere decir que su mirada es neutra y cuenten los hechos “ tal cual ocurrieron” sino por el contrario, dependiendo a que fijen su mirada, de que modo, que realcen y que opaquen, los recursos discursivos que utilicen para reproducir su experiencia, el tono en que lo hagan y demás singularidades, es lo que le da al público la opción de elegir entre un autor y otro, entre un medio y otro.
Con respecto a la masividad bastó con mirar a mi costado, bajar a tierra, para darme cuenta que es solo cuestión de publicidad.